sábado, 11 de febrero de 2023

Nada dios o el cotidiano de todas

 

13 de diciembre de 2012 a las 5:42

Hay un tipo a lado que no deja de observarme. Atrás del poste se oculta de vez en cuando, no dudo algún desvarió en su sesera, hace frio , y solo traigo una gabardina de fina textura, parece que comenzará a chispear, y mis huesos  no soportan bastante, más vale que salga huyendo. El trolebús pasa a mi lado con su característica y verguera velocidad; moja mis zapatos. Ahora el frio duele más. Siento la fija y enferma mirada del psicópata ese; por mis flacos muslos se cuela el frio; una fina melodía canta, la soledad de la calle en la noche me provoca bastante tambaleo, casi caigo, me tropiezo con bastante burla, el goteo del agua sucia sobre las láminas no me recuerda más que me encuentro en la insegura, nefasta, apestosa y desagradable ciudad , con sus más de veinte millones de maniacos...nadie se salva.

Mi soledad y yo.

Mi amarga y leal compañía. Escucho pasos, el tipo se acerca, el tiempo se acaba, abro más los ojos, mis manos frías, mis pies casi muertos y mi piel erizada, mi vida duda, la estúpida!,  mi espalda siente escalofríos...un metal igual de frio, y mi ombligo se agujera más profundo, canto sangre, rio de convulsión y miro completamente bilis, me torno a un lado y mis ojos miran completamente negro y desvariado...esferas eternas esferas...negras eternas esferas negras...

No hay comentarios:

Publicar un comentario