13 de diciembre de 2012 a las 5:42
Hay un tipo a lado que no deja de observarme. Atrás del poste se
oculta de vez en cuando, no dudo algún desvarió en su sesera, hace frio , y
solo traigo una gabardina de fina textura, parece que comenzará a chispear, y
mis huesos no soportan bastante, más vale que salga huyendo. El trolebús
pasa a mi lado con su característica y verguera velocidad; moja mis zapatos.
Ahora el frio duele más. Siento la fija y enferma mirada del psicópata ese; por
mis flacos muslos se cuela el frio; una fina melodía canta, la soledad de la
calle en la noche me provoca bastante tambaleo, casi caigo, me tropiezo con
bastante burla, el goteo del agua sucia sobre las láminas no me recuerda más
que me encuentro en la insegura, nefasta, apestosa y desagradable ciudad , con
sus más de veinte millones de maniacos...nadie se salva.
Mi soledad y yo.
Mi amarga y leal compañía. Escucho pasos, el tipo se acerca, el
tiempo se acaba, abro más los ojos, mis manos frías, mis pies casi muertos y mi
piel erizada, mi vida duda, la estúpida!, mi espalda siente escalofríos...un
metal igual de frio, y mi ombligo se agujera más profundo, canto sangre, rio de
convulsión y miro completamente bilis, me torno a un lado y mis ojos miran
completamente negro y desvariado...esferas eternas esferas...negras eternas
esferas negras...
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